Camino Primitivo. Etapa 13. Arzúa - O Pedrouzo. 19 km.
La penúltima jornada hacia Santiago de Compostela es cómoda, tranquila y deja al caminante a un paso de su destino.
Esta es la crónica de la decimotercera etapa recorriendo el Camino Primitivo a Santiago de Compostela.
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17 de marzo de 2024. Penúltimo día en el Camino. Parece que fue ayer mismo cuando partiera desde el portal de mi casa en Oviedo. Hoy toca ir hasta O Pedrouzo, la última parada antes del final. En el albergue de Arzúa los peregrinos son bastante madrugadores y yo soy uno de los últimos en partir, si no el último.
Tras desayunar en un bar cercano comienzo la marcha de hoy hacia las ocho de la mañana, el inicio más tempranero de toda la andadura desde Oviedo, aunque hoy toca andar solo 19 km. Pienso que, al haber más peregrinos en el Camino Francés, es mejor no retrasarse mucho por si acaso al final de la etapa hay problemas para encontrar alojamiento. Muchos albergues permanecen cerrados todavía en esta época.
Anterior: Etapa 12. Melide - Arzúa
De Arzúa a Salceda
A los pocos minutos de salir del pueblo se encuentra una escultura en homenaje a algún peregrino fallecido. No parece la manera más optimista de comenzar el día pero los primeros kilómetros caminando por pistas de tierra, entre prados y arboledas son bonitos. Además, algunas nieblas mañaneras contribuyen a darle cierto aire mágico a un paisaje en el que, de momento, reina el silencio.
A la altura de Pregontoño comienza a despejarse la niebla poco a poco. También empiezan a verse más peregrinos en la ruta. Nos vamos saludando y adelantando unos a otros, cada cual camina a su ritmo. Cerca de A Peroxa charlo unos instantes con dos andaluzas muy animadas que empezaron en Sarria hace unos días.
Se sigue llaneando por pistas rodeadas de árboles o entre prados. No existe ninguna dificultad salvo por algunas zonas con algo de barro producto de la lluvia abundante que cayó ayer. Paso frente a una placa, otra más, dedicada a algún peregrino fallecido. Algunas personas han depositado piedras junto a ella como homenaje.
Aunque aún es pronto me detengo a tomar una cocacola y a poner el sello en una taberna-albergue situada a pie del camino antes de llegar a A Calzada . La terraza está un jardincito con un hórreo y varios peregrinos ocupan ya la mayoría de las mesas. Desde Lugo, en los últimos 100 km del Camino, es necesario hacerlo dos veces al día si quieres que te den la Compostela al llegar a Santiago. El lugar es muy agradable y disfruto de la bebida y de los primeros rayos de sol de la mañana.
Retomada la marcha, se cruza después por encima de la autopista y el paisaje no cambia demasiado. Se van sucediendo tramos entre el bosque y pequeños pueblos: A Calzada, A Calle… La ruta siempre va dejando pequeñas curiosidades como tener que pasar por debajo de un hórreo o junto a una casa en la que utilizan como macetas las zapatillas y botas viejas que han ido dejando los peregrinos. Este tipo de detalles inesperados que se van sucediendo siempre alegran cualquier caminata.
Se dejan atrás más pequeñas poblaciones: Boavista, Salceda… siempre por pistas amplias y muy cómodas. Caminar por aquí es tan diferente a lo que era en etapas anteriores… Tal vez no hay grandes sorpresas ni encuentros pero se agradece la tranquilidad tras tantas emociones y dificultades vividas. Únicamente los muchos kilómetros acumulados a estas alturas, que se notan y bastante en las piernas, añaden algo de dificultad.
De Salceda a O Pedrouzo
En Salceda la señal que indica el nombre del pueblo está prácticamente cubierta de pegatinas que impiden casi leerla. Más adelante sucede lo mismo con otra muy desgastada que señala hacia Santiago. Poco después a un lado del camino hay un nuevo homenaje a un peregrino fallecido, tan grande que en este caso se puede considerar todo un monumento. Van tres en el día de hoy.
Cruzo la carretera un par de veces y después voy durante un tramo largo junto ella. Se pasa por Cerceda donde hay un área de descanso que varios peregrinos utilizamos para almorzar algo. El trasiego de caminantes no es masivo pero sí constante.
Un poco más adelante hay que atravesar de nuevo por en medio de la carretera, justo en un cruce relativamente peligroso. Aquí dudo unos instantes por dónde seguir hasta que encuentro una señal que queda oculta por un contenedor de basura y el mojón que está detrás de una casa. No son habituales este tipo de situaciones en el Camino Francés, claramente bien indicado casi al 100%.
Sigo por pista de tierra en dirección a Santa Irene y poco antes de llegar me desvío un momento para visitar la ermita dedicada a la santa. A unos metros de la misma se ubica una fuente de piedra con lavadero que parece muy antigua, recubierta de líquenes y musgo. En el pueblo también hay otra gran fuente, muy monumental pero que no está en funcionamiento y un albergue de la Xunta, el cuál puede ser una buena opción si los pies no dan para más.
No obstante ya queda muy poco para llegar a O Pedrouzo que es el destino de hoy. Tras un nuevo paso sobre la carretera atravieso un par de áreas de bosque, en su mayor parte eucalipto. Muy poco antes del final, se encuentra otra placa dedicada a una peregrina. Es la cuarta del día. Da qué pensar, no solo en la posibilidad real de morir recorriendo el Camino, sino en lo terrible que es que además suceda tan cerca de lograrlo.
A O Pedrouzo se puede entrar por la carretera pero el camino hace un pequeño rodeo por el bosque y prefiero ir por ahí; aún es pronto y siempre es más bonito. Llego finalmente al pueblo hacia las 13:30h.
Toca buscar albergue y prefiero uno privado para intentar evitar una aglomeración de peregrinos como la de ayer en Arzúa. Los que tienen mejor pinta parecen estar un poco alejados. Paso primero por uno que está cerrado pero por suerte el segundo no. Se llama Cruceiro, precisamente por estar situado junto a un crucero de piedra tan típico de aquí.
La hospitalera me comenta que hoy es último día de calma ya que mañana (lunes) empezarán a venir grupos de escolares, así que me libro de la marabunta por los pelos. El albergue es amplio y moderno, con muchísimas camas. Elijo una que está en un cuartito apartado. Al poco de instalarme viene Pepe, el peregrino valenciano que conocí en Melide. Ha llegado un rato antes y ya le ha dado tiempo de ir a comer.
Paso la tarde descansando en el albergue y solo a última hora decido salir a dar un paseo. Tampoco hay demasiado que ver en O Pedrouzo salvo una iglesia y poco más. Es más pequeño que Arzúa.
Busco un sitio para cenar. Al tratarse de la última noche antes del fin del Camino me apetece darme un homenaje, pero no hay demasiadas opciones y escojo un menú en un restaurante que resulta ser bastante mediocre. Uno de los peores pescados que he probado nunca. Salvo en Melide, no he acertado con la elección de los restaurantes en el Camino Francés. Igual ha sido una cuestión de mala suerte pero la sensación es que por aquí ya todo está demasiado orientado al peregrino-turista y la calidad baja bastante. No obstante intento disfrutar con buen ánimo de la última noche antes de llegar a Santiago.
En el albergue vamos a pernoctar solo cuatro o cinco peregrinos desperdigados por los amplios dormitorios. Me acuesto pronto. Mañana será otro día, el último de este inolvidable peregrinaje por el Camino Primitivo a Santiago.
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