A menudo hay cosas que pasan desapercibidas a pesar de su belleza. Unas veces porque son pequeñas y hay que prestar atención para observarlas. Otras porque nos hemos acostumbrado a ellas; están simplemente ahí y no les hacemos ningún caso, embarcados como estamos en la rutina diaria.
La Naturaleza está llena de esas cosas. De momentos en los que todos los elementos parecen conjugarse con armonía. De detalles en cuya asombrosa sencillez radica precisamente su belleza.
Un tímido sol intentando dejarse ver en un cielo que amenaza tormenta. El vuelo rítmico de una bandada de palomas. El rastro de algún animal incierto sobre la nieve. Una "explosión" de nubes resaltando una puesta de sol. Las gotas de rocío sobre la vegetación. Las suaves ondas que provoca en el agua una focha que acaba de ascender a la superficie.





No siempre es necesario recorrer grandes distancias para disfrutar de esas maravillas. Todas estas imágenes han sido captadas en la ciudad o en sus cercanías.
Simplemente se trata de prestar atención, permanecer presente y con todos los sentidos despiertos. De caminar con el corazón abierto y dejarse sorprender por todos esos detalles que nos regala la Naturaleza.
Muy cierto. Yo no tomo buenas fotografías, por lo que no me esfuerzo en ello. Muchas veces uno solamente contempla (lo sublime), lo vive, lo guarda y ahí está, nada más. Es difícil compartirlo.
Algo que solo los aventureros entendemos